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La adicción al móvil en jóvenes como evasión de sus problemas

La adicción al móvil en jóvenes como evasión de sus problemas

Un estudio de la UMA evidencia la relación entre el distrés psicológico y la dependencia del 'smartphone' en una encuesta realizada a 1.882 estudiantes entre 12 y 19 años en la provincia de Málaga

TERESA R. DEL SOL

Martes, 22 de febrero 2022, 00:03

Como un hábito totalmente integrado en nuestro día a día, el móvil nos acompaña fuera de casa, muchos jóvenes lo miran nada más abrir los ojos y antes de cerrarlos por la noche. ¿Quién no se volvería a por su 'smartphone' si va a pasar toda la mañana fuera de casa? Casi de una manera impulsiva, también adultos, lo desbloquean una y otra vez, comiendo con los amigos, compartiendo tiempo con la familia, viendo una película, aunque no haya saltado ninguna notificación. El teléfono móvil ha pasado a ser una extensión de nuestro cuerpo en los últimos lustros. Los españoles dedican una media de tres horas y 51 minutos al día con el teléfono móvil, según un estudio de Rastreator. Lo que se traduce en alrededor de dos meses al año de nuestra vida mirando una pantalla. Existen casos en los que el problema es aún mayor y muchos jóvenes no pueden despegarse del móvil, sintiendo la necesidad constante de estar conectados, pero, ¿por qué surge esta dependencia? Un estudio de la Universidad de Málaga señala la relación entre el distrés psicológico y la adicción al móvil.

La OMS no ha catalogado como adicción el uso abusivo del teléfono móvil, sí lo hizo recientemente con los videojuegos, sin embargo, muchos psicólogos coinciden en la fuerte dependencia que existe hacia todos los estímulos que emite el dispositivo. Algunos expertos prefieren calificar la adicción hacia Internet, ya que el teléfono actúa solo como un canal que permanece con nosotros continuamente. El estudio que relaciona el distrés psicológico y la adicción al 'smartphone' ha sido elaborado por el grupo 'Applied Positive Lab' del que forman parte los investigadores de la UMA Christiane Arrivillaga, Natalio Extremera y Lourdes Rey, que contaron con una muestra de 1.882 adolescentes con edades entre 12 y 19 años (54% chicas y 46% chicos) de la provincia de Málaga.

Malestar y problemas

Los resultados confirman la conexión entre el malestar psicológico o distrés, es decir, la combinación de estrés, ansiedad y depresión, la tendencia a rumiar con el uso problemático del móvil. «Las rumiación es un estilo de afrontamiento, cómo enfrentas tú el malestar que estás sintiendo y ese estilo tiene que ver con el pensar repetitivamente sobre el problema que te pasó, se trata de una estrategia desadaptativa», explica la investigadora Arrivillaga.

Las personas pueden afrontar los problemas de diferentes maneras, una de ellas es realizando acciones que favorezcan el bienestar y otra puede ser rumiando, lo que lleva a buscar una salida en la evasión, encendiendo una pantalla y sumergiéndose en un mundo alejado de la realidad tratando de distraerse con «estímulos que reconfortan». «Esa evasión, cuando se mantiene de manera constante y como única forma de solucionar tus problemas, puede llevar a la adicción», apunta Natalio Extremera.

Castro: «La autoestima puede ser un factor de riesgo, las redes sociales se utilizan como sustitutivo»

Otra conclusión del estudio es que la inteligencia emocional amortigua esta dependencia del teléfono móvil, las personas que entienden sus emociones y comprenden cómo se sienten tienen una forma más adaptativa de regularlas. «Básicamente los chicos y chicas que tienen mayores niveles de inteligencia emocional tienen normalmente más estrategias adaptativas para regular ese malestar, hace que tiendan a rumiar menos y a utilizar el móvil menos como una estrategia para afrontar ese malestar», explica Arrivillaga. Por el contrario, en la adicción al móvil se va a recurrir constantemente al dispositivo como la única forma para solucionar los problemas.

Christiane Arrivillaga, Natalio Extremera y Lourdes Rey, autores del estudio.

Una causa de un mayor uso de los dispositivos electrónicos ha sido la pandemia, que con el confinamiento se utilizaba como recurso para seguir comunicándose con la familia o amigos y también para continuar el curso académico. Esto puede aumentar la probabilidad de un mal uso, especialmente en etapas de maduración. El psicólogo Antonio Soto, del centro terapéutico Monte Alminara, referente en Málaga, señala que cuanto más joven es una persona y empiece a tener un comportamiento compulsivo es mucho más probable que tenga una falta de autocontrol por su madurez a nivel neurológico.

Antonio Soto: «Se trata de responsabilidad, no de meter miedo o prohibir el teléfono móvil»

El miedo a estar desconectado de internet se conoce como 'nomofobia' y Teresa Durán lo está experimentando con más intensidad de un tiempo atrás. «Yo no lo cogía por las mañanas al despertarme, lo hacía a lo mejor a la hora de comer y ahora me estoy dando cuenta que lo primero que hago al despertarme es coger el móvil y me puedo tirar así media hora, veo que desaprovecho un montón las mañanas con el teléfono, por las noches a lo mejor me ponía una película o leía un libro y ahora me quedo dormida mirando el móvil», cuenta la joven.

Señales de alerta

El cambio en la rutina, las horas dedicadas al teléfono, dejar de realizar actividad física, relacionarse únicamente de manera 'on line', condicionar en cierta manera tu vida al móvil son indicadores de alerta para poder diferenciar un uso habitual con un uso problemático que puede derivar en una gran dependencia. La psicóloga Raquel Castro, de la asociación malagueña Amalajer, centrada en adicciones, apunta que «cuando te pones nervioso, cuando no puedes conectarte con el teléfono, cuando no eres capaz de salir si se te ha olvidado y me vuelvo a cogerlo o cuando constantemente miro las notificaciones para ver si me ha llegado un mensaje son señales a revisar».

Teresa Durán reconoce que ahora mismo se encuentra en un momento más ansioso de su vida. «Creo que se ha unido, como me distraigo lo cojo y lo miro y me di cuenta cuando el móvil me avisó y me puso las horas que había usado el móvil, eran una locura». «Cada vez tenía la necesidad de estar más con el móvil, y me di cuenta cuando pasé 9 horas», afirma.

Los psicólogos, tal como demuestra la investigación, indican que el uso de una sustancia o la utilización excesiva del móvil ocurre porque hay una dificultad interna, tales como periodos ansiosos, problemas familiares, la falta de autoestima, la baja tolerancia a la frustración que pueden proceder desde la infancia y tiene como consecuencia que haya personas con más predisposición que otras.

Durán: «Cada vez tenía la necesidad de estar más con el móvil, y me di cuenta cuando pasé 9 horas»

Sobre nuestra mano las redes sociales proyectan cuerpos perfectos, momentos de felicidad con amigos, restaurantes y vacaciones de ensueño, pero olvidamos que es un reflejo más de ficción que de realidad. «La autoestima puede ser un factor de riesgo importante en las redes sociales, en este caso se han utilizado mucho y se utilizan como sustitutivo a esa autoestima, es decir, centramos nuestra valoración de nosotros mismos a través de las redes sociales en lugar de poder trabajar esa capacidad y esa autoimagen y esa valoración de nosotros mismos desde nuestro interior, desde nuestro propio autoconcepto. Nos basamos en la opinión de los demás, el número de seguidores o el número de 'likes'», explica Raquel Castro.

Si los jóvenes acarrean problemas psicológicos, familiares o sociales y utilizan el móvil para evadirse, este actúa como potenciador de estas dificultades, Soto explica que muchas veces es complicado saber con exactitud donde empieza el problema.

Cubrir necesidades

«Hay un 'background' teórico que viene a decir que de alguna manera nosotros utilizamos las nuevas tecnologías para cubrir necesidades que nosotros tenemos en nuestra vida diaria, entonces si yo soy una persona que no tengo muchos amigos, que no suelo salir, que mi vida social está más reducida, que a lo mejor me va mal en los estudios, que tengo una familia desestructurada y tampoco tengo una red de apoyo familiar pues me reconforto en el teléfono móvil. Eso también explica que esa visión se relacione con mayor depresión, con mayor soledad, con peor salud mental en general», cuenta la investigadora Lourdes Rey.

En el caso de Teresa Durán el móvil sí lo utilizaba como distracción, pero no le proporciona calma, al contrario le genera nerviosismo y malestar al tener continuamente estímulos viendo vídeos o imágenes de personas «haciendo algo». Para ella le es muy complicado desengancharse en ocasiones porque entra en una dinámica difícil de salir, especialmente con los vídeos de 'Tik tok'. «Creo que tengo diferentes tipos de ansia. Al principio quiero ver algo y cuando lo veo quiero hacer cosas, si por ejemplo veo algo productivo ya lo quiero dejar, me da ansia pero por hacer algo, al estar viendo tantas cosas te hace pensar muchas cosas a la vez y al final es un caos. También siento culpabilidad y que estoy perdiendo el tiempo. Sin embargo, tengo amigos que lo utilizan comiendo o incluso cuando salimos, es como si saliera sola», cuenta.

Cada vez se proporciona el móvil o se da como un regalo a edades más tempranas, los investigadores afirman que los 14 años suele ser lo más común, pero que está disminuyendo a los 12. No es inusual ver como algunos padres les ponen vídeos a sus hijos desde el 'smartphone' o la tablet cuando están llorando para que se calmen, desde pequeños aprenden ese uso como respuesta «calmante», el problema apunta Christiane Arrivillaga es cuando no se les enseñan otras maneras de aliviar el malestar. «Parece que regalar un móvil no implica nada, pero hay que tener cuidado porque eso abre un mundo que puede ser peligroso, y ahí es donde tanto padres como adolescentes deben de saber lo que están dando y cuáles son las pautas», explica Extremera. En el caso del primo de Marta (nombre ficticio) cuenta que con tan solo nueve años ya tiene un móvil propio y que no puede despegarse de él en ningún momento del día, «come con teléfono o la tablet, no se relaciona con nadie, ni siquiera puedes hablar con él. Si se lo intentas quitar se pone muy agresivo».

Importante prevención

Tanto desde el centro Monte Alminara como desde la asociación Amalajer y los propios investigadores señalan la importancia de la prevención a todos los niveles tanto a nivel familiar como escolar para no llegar a esa dependencia casi total del teléfono móvil, como aprender a usarlo e identificar que herramienta favorecen y cuáles no.

«No es que haya que alarmarse, se trata de responsabilidad, no de meter miedo o prohibir el teléfono móvil, porque si tú metes miedo a personas por un problema lo que puede generar es resistencia. Yo creo que vamos a ir educándonos, confío en la sociedad y nosotros tratamos siempre de una perspectiva constructiva de la persona, no positiva ingenuamente, pero no pensar que todo va a ser un problema que vamos a peor, si no aceptar que hay factores sociales o ambientales, como que haya tanta accesibilidad o tanta variabilidad hace que sea más complicado manejarlo», afirma Soto.

Preparar a las generaciones presentes y futuras, tanto adultos como jóvenes, emocionalmentes es fundamental para reforzar actitudes beneficiosas para la salud mental y que no encuentren en el teléfono móvil un refugio donde evadirse de los problemas, lo que les lleva a pasar horas delante de una pantalla, favorecido por la gran cantidad de información que reciben de un mundo irreal. Sin embargo, los expertos son optimistas y aseguran que aprenderemos a convivir de manera sana con las nuevas tecnologías.

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